miércoles, 2 de septiembre de 2009

Amanecer

*Ella*

Se despierta cuando aún no ha terminado de amanecer y en la penumbra, con la poca luz que entra por las rendijas de la ventana, recoge su ropa desperdigada por la habitación y empieza a vestirse, despacio sin poner mucho cuidado, casi a desgana como una niña pequeña a la que su madre despierta para ir al colegio.

*Yo*

Me hago el dormido con un ojo entreabierto, observándola y empezando a sentir el frio que ha quedado a mi lado en la cama y también el otro, el que deja dentro de mí cada vez que la veo irse. Odio cuando se va.

*Ella*

Cuando ha terminado me mira, bordea la cama y se acerca despacio, se inclina, me acaricia el pelo, siento su calor, su olor, su respiración en mi mejilla. Entonces me susurra suavemente al oído: Te quiero.

*Yo*

El calor regresa por un momento, me vuelvo y nos besamos, le digo que estaré esperando, el día será largo. Sus dedos se deslizan sobre los míos y mi mano se queda un instante en el aire mientras la veo marchar. Me duermo con una sonrisa en los labios.

3 comentarios:

María dijo...

Pero ya no es lo mismo cuando te duermes solo...

un pirata dijo...

cuando llega el amor parece todo diferente, cuando pasa la epoca de recoger sin despedirse, de cuando dormir solo no merece la pena...precisamente de besos se habla en calypso.
un saludo!

Rapunzel dijo...

El problema es cuando el frío se ha extendido y no hay calor.

Mi pasado se siente identificado con tu entrada. ¡Me ha encantado!