jueves, 16 de junio de 2011

De otro tiempo

Del 20 al 22 de Mayo del año 2008, Ueli Steak arriesgó su vida en un ascenso relámpago de más de 3000 metros en el Annapurna, para intentar en vano salvar otra vida, la de Iñaki Ochoa de Olza, un hombre al que admiraba y eso que apenas siquiera había llegado a conocer en persona unos días antes. Cuentan que Iñaki, que yacía ya casi inconsciente victima de un edema cerebral en su tienda de campaña del campo 4 a 7400 metros de altura, nada más verle, acertó a sonreír al reconocer el rostro de uno de sus más grandes ídolos en el mundo del himalayismo.

Pocos días antes, el 17 de Mayo, Michael Dunlop ganaba la carrera de motos más famosa de Irlanda, la North West 200, en el mismo circuito urbano donde hacía solo dos días acababa de morir su padre, victima de un desgraciado accidente. Ni uno solo de los pilotos que tomaron la salida en aquella prueba aflojaron el ritmo ni por un instante para dejar ganar a su hijo, ya que todos querían dedicar el triunfo al gran Robert Dunlop una de las mayores leyendas del motociclismo irlandés.

Son solo dos pequeñas muestras de la admiración o el respeto profundo que se profesan unos hombres que se rigen por la pureza de unos valores difíciles ya de encontrar (y entender) en el mundo en el que vivimos y más aun en el del deporte, donde el dinero, la gloria y el espectáculo han terminado por pervertir los ideales que llevaron a su nacimiento.

Más allá del triste espectáculo que han dado Juanito Oairzabal y Edurne Pasaban o el circo en que se ha convertido el campeonato del mundo de motociclismo en los últimos tiempos, existe otro mundo lleno de honestidad y dignidad, que conecta con lo básico, natural e instintivo que hay en el reto de enfrentarse al desafío de superarse a si mismo como único objetivo, de hacer las cosas porque verdaderamente se quiere hacer y porque se elige hacerlas desde la libertad más absoluta que da el simple imperativo interior que todo hombre lleva consigo y que tristemente se ha ido olvidando en favor de los intereses externos.

Dicen que el futbol inglés se ha profesionalizado, que sus jugadores ya no se van de pintas tras los partidos sino que ahora se van a dormir temprano y siguen estrictas dietas, lo que les ha llevado a ganar títulos a nivel europeo y mundial, pero quizás lo que ni ellos mismos sepan es que han pagado el precio más alto como tributo, el de perder su espíritu por el camino.

Hablan de romanticismo, de anacronismos y contrasentidos ridículos, de oposición al progreso y la evolución lógica (¿?) de los tiempos para justificarse, pero qué quieren que les diga, yo me quedo en esa pequeña parte que queda de otro tiempo, con esas islas en medio del mar donde a las cosas les sigo encontrando más sentido, más valor y mucho más sentimiento.

jueves, 2 de junio de 2011

Delia

"La única persona que de verdad me ha enseñado algo, un viejo que se llamaba Darrel, decía siempre que hay tres tipos de hombres: los que viven frente al mar, los que se internan en el mar, y los que logran regresar, vivos, del mar. Y decía: ya verás qué sorpresa cuando descubras cuáles son los más felices."

Océano Mar - A. Baricco


Para mi, que he pasado tanto tiempo naufragando en medio del mar, ha merecido la pena regresar, aunque fuese solo por un momento, para ver otra vez tus ojos negros...