Despiertas alterado, empapado en sudor y en décimas de segundo recobras la absoluta conciencia, la lucidez que perdiste y que te llevó hasta esta cama extraña. Estaba amaneciendo y ella dormía tranquilamente a tu derecha, su cuerpo desnudo y su pelo negro resaltaban sobre el blanco de las sabanas. Hubiese sido un sueño si no fuera porque no era “Ella”, pero no, más bien es una pesadilla.
Ojalá, porque duele y en sueños no se siente el dolor, estoy despierto…
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