jueves, 18 de octubre de 2012

Las 10:38

Cuando me toco el lóbulo de la oreja sin parar es que estoy nervioso, cortado, sin saber qué hacer. Pues bien, cuando te tengo al lado justo me pasa y perdona si no lo hago, mirarte a los ojos digo, no es que no quiera, es que no se como hacerlo. Solo puedo quedarme ahí, parado, atontado, tímido como un niño pequeño intentando mirar cuando no te das cuenta, recorriendo embelesado tu cuello, tus labios y tu pelo.

Aunque tu no lo creas, ya conozco cada curva de tus caderas, la forma exacta de tus cejas y ese lunar que tienes en el hombro derecho, porque otra cosa no, pero observarte se me da de maravilla, podría pasarme horas.

Se que han sido pocas esas ocasiones, pero me encanta cuando tus ojos se encuentran con los míos, sobre todo si es con esa carita de pilla que te deja el alcohol en el rostro, mientras yo me quedo mordiéndome el labio intentando devolver mi corazón a su sitio y es que es algo inevitable, por mucho que me prepare antes cuando al final te tengo al lado me quedo en blanco. 

Continuará...

1 comentario:

un pirata dijo...

amores callados, amor que mata pero ilusiona!
saludos!