lunes, 23 de junio de 2008

Sueños e ilusiones (y 3)

Aun recuerdo aquella casa de techos altos y paredes forradas de papel; los sillones majestuosos y los retratos antiguos de antepasados que su padre siempre decía, jocosamente, ni siquiera podía reconocer de lo viejos que eran. Estaba claro que alguien que hubiese crecido en semejante escenario tenia que tener, por fuerza, la cabeza llena de sueños e ilusiones.
Y para él, ella, significaba precisamente eso, sueños e ilusiones.

A él le gustaba levantarse por las mañanas y desayunar un Cola Cao caliente, (no importa la época del año), mientras las vocecillas chillonas de los dibujos animados le dejan casi hipnotizado delante del televisor como cuando era un enano. Aun hoy día, cuando llega Septiembre, sigue odiando a muerte los anuncios de la vuelta al cole del Corte Inglés y en su mesita de noche siguen reposando un universo de superhéroes en forma de comics.
Sus ojos siguen mirando la vida sabiendo que la inocencia se pierde por desgracia y no por obligación.

Se encontraron en verano, entre amistades y días interminables sin mucho que hacer. No hubo casualidades, no hubo azares del destino, ni situaciones extraordinarias. Fue simple, a ella le gusto que él siempre sonriese, y él se quedo fascinado desde el principio con aquella chica que parecía sacada de un anuncio de la tele. No les costo acercarse el uno al otro, pues siempre eran ellos los que se quedaban hasta el final, hasta la madrugada, hablando, soñando con arreglar el mundo. Querían conocer a todos y cada uno de los habitantes de este planeta.

1 comentario:

Ophelia dijo...

cada vez le añades un parrafo nuevo,no? me gusta :D