El bar esta oscuro y
lleno de humo, se supone que tenemos una lay anti-tabaco, pero hoy y
aquí parece que eso da igual. Estamos amontonados, casi
molestándonos como hace ya tiempo que no pasaba en este lugar y hay
que hacer un esfuerzo para distinguir los rostros de quienes están
unos pocos metros más allá, algo que no paro de hacer, sobre todo
porque tanta gente significa que mi curiosidad esta casi tan
disparada como mis esperanzas porque esta noche sea diferente.
Ella es la última
persona del mundo con quien espero encontrarme y para ser sinceros,
no se si me alegra mucho cuando la veo entrar por la puerta y avanzar
justo hacía el lugar donde estoy. No es que no quiera verla, saber
de ella a estas alturas, es más, es algo que no soporto, pero si nos
tenemos que poner a olvidar siempre he creído en el infalible poder
anestesiante que solo puede dar la distancia, como mejor forma de
superar lo perdido, además no soporto esa mierda de tristeza que
siempre me queda en el cuerpo cuando estoy con ella desde aquel
tiempo, esta noche, no la quiero.
Pero en fin, que todo eso
ya no tiene remedio porque hace rato que me ha descubierto entre la
gente y ya esta casi aquí, así que intento recomponerme lo mejor
que puedo para que no me note nada y espero a lo inevitable,
confirmar una vez más, dolorosamente, que no puedo vivir si ella.
A modo de saludo y sin
decirnos ni una palabra nos damos uno de nuestros abrazos del fin del
mundo y como de costumbre todo se desploma dentro de mi al sentir su
tacto y su olor. Acto seguido se da la vuelta para saludar a algunos
de los que están a nuestro alrededor, que la reclaman solo para si,
pero ella no me suelta del todo. Se coloca delante mía para hablar
mientras mis manos se quedan entrelazadas sobre su vientre, bueno, no
se cómo pero han terminado más abajo, de hecho tan abajo que
empiezo a notar peligrosamente la curva que desciende hasta el final
del camino, así que procuro quedarme muy quieto y no mover mis dedos
ni un milímetro más.
Ella tiene una de sus
manos colocada sobre las mías y con la otra acaricia mi pierna,
suavemente, sube y baja lentamente, hasta que casi sin darme cuenta
empieza a jugar en mi bragueta, sin llegar a hurgar, solo posa su
mano suavemente en el punto exacto, casi inocentemente se podría
decir, si es que existen juegos inocentes en esos lugares.
He perdido toda noción
de realidad, mi cabeza vuela y solo puedo pensar en lo que esta
pasando, intentar buscar una explicación. No tiene sentido.
De repente, sin dejar de
hablar, coge una de mis mano y se la baja “ahí”, sin
brusquedades, con toda la naturalidad del mundo mientras gira
levemente la cabeza hacía mi y me dedica una leve sonrisa que lleva
fuego.
Cuando se libra de todos,
nos volvemos a abrazar y ya con el mundo exterior reducido a más
absoluta invisibilidad, por fin nos hablamos:
—No te puedes
imaginar cómo te hecho de menos. Necesito tanto uno de nuestro
ratos. —Me dice con voz triste.
—¿Qué te pasa?
—Tu qué crees. —Me
responde, parando un instante más de la cuenta la mirada para indicarme lo
serio del asunto.
—¿Estas pasando
hambre? —Intento quitarle un poco de hierro al asunto. Mientras
ella asiente con la cabeza.
—¿Y tu...? —Le
pregunto por el cretino con el que anda desde hace un tiempo,
haciendo un gesto con la cabeza señalando hacia afuera.
—Bahh! —Y hace un
gesto de desdén, dejando asomar un poco la lengua, para
inmediatamente soltarme:
—Te necesito tanto,
estaría bien que quedásemos para cenar. —Sonríe y se queda
esperando.
—Me encantaría cenar
contigo. Bueno en realidad, me encantaría cenar, almorzar, merendar
o desayunar, y sobre todo eso, desayunar.
A pesar de la música y
el ruido se hace el silencio por obra y arte de la mirada en la que
nos hemos quedado suspendidos, sus ojos brillan ya tanto y están tan
cerca de los míos, que es inevitable, nos precipitamos, pero sin
llegar al final, en el último instante nuestros labios se detienen,
a micras los unos de los otros, lo justo para que ambos sintamos el
aliento caliente que sale de nosotros, dejando escapara las ganas que
nos tenemos. Es uno de nuestros antiguos juegos y ya conozco su
final.
Nos besamos, deshacemos
el nudo, y sin dejarme tiempo a reaccionar, me coge de la mano, tira
de mi, me arrastra y me dice que nos vamos a su casa, a cenar ahora
mismo.